Relato erótico – Placer en el coche

Placer en un atasco de coches

Un choque había paralizado totalmente el tráfico. Paco y Amaia, aburridos de esperar, charlaban dentro de su coche, comentando que a pesar de que era pleno mediodía, los cristales tintos no dejaban que se filtrara el sol. Luego de varios minutos permaneciendo estáticos, habían comenzado a tocar temas más íntimos, referentes al placer y las sesiones que mantenían.

“Abre la guantera” dijo Paco repentinamente “hay algo ahí para ti”. Efectivamente, una caja de regalo, envuelta con un hermoso lazo rojo y una inscripción que decía para Amaia se encontraba ahí. La chica, atónita, lo abrió pensando que quizás se trataría de algunos bombones o, en su defecto, algo que tuviera que ver con chocolate, puesto que una de las prácticas favoritas de ambos era untar sus cuerpos de algún manjar para luego disfrutar el placer de ser comidos.

Pero en vez de eso, se encontró con un instrumento con forma de pene, grueso y largo, tal y como le gustaban a Amaia. La chica se sorprendió al mirar aquel regalo y una fuerte sensación se clavó en su entrepierna, poniéndola cachonda. Miró a través del parabrisas que aún faltaba mucho para que terminara el embotellamiento, entonces decidió, ante los ojos vigilantes de Paco, darse un poco de placer con su nuevo juguete, solo para estrenarlo.

¿lo estrenamos?

Amalia disfrutaba en engullir, había descubierto su fijación oral desde muy temprana edad y desde entonces siempre disfrutaba en tener algo dentro de la boca: una chupeta, un helado, una paleta, una polla, un coño. Tomó el juguete con una mano mientras con la otra se tocaba a través de la falda, entonces comenzó a engullir con gusto. El artefacto entraba en su boca y la hacía salivar. Sentía más placer aun sabiéndose rodeada de personas que caminaban en las aceras y no imaginaban lo que ella hacía dentro del coche de cristales oscuros.

Paco la miraba con gusto, contento de su elección. Disfrutaba mucho en mirar, sobre todo a ella, que era tan sexy y que sabía desinhibirse para dar rienda suelta al placer. No pudo evitar abrir sus pantalones para sacar una erección que se erguía dura. Amaia lo miró con deseo y se acercó para tomar lo que le pertenecía, alternando el juguete con el implemento real, ante la mirada gustosa de Paco, que se retorcía y gemía siendo degustado por la chica.

Amaia…

En un impulso, Amaia se subió sobre Paco, introduciendo esa dura erección dentro de ella mientras engullía el juguete. La chica había disfrutado varias veces en encontrarse con dos amantes, uno en la entrepierna y uno en la boca y amaba la sensación de saciedad y de sentirse el centro de placer del encuentro. Subiendo y bajando sobre Paco, se sintió como si estuviera turbando la mente de dos hombres, por eso el ritmo de la degustación y la penetración se aceleraron, haciéndose más violento ante los gruñidos de Paco, que sentía arder su polla por lo cachondo que le ponía ver a su pareja chupando un juguete.

“Lléname toda” le dijo a Paco y esto hizo que no tardara en correrse. Al terminar, ella se derrumbó sobre el chico unos instantes, agotada por la sesión. Una bocina los trajo de nuevo a tierra, haciendo que ella se cambiara bruscamente de asiento. Los coches volvían a circular con normalidad y ellos podrían volver a su piso, para continuar con la sesión de placer. Había un invitado de plástico, dispuesto a darle placer a ambos.

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