Un incendio que no se apaga en Girona

El incendio de Girona

Después de haber pasado todo el mes de diciembre en casa de los padres de mi pareja por motivo de las Navidades :(( .  Hemos vuelto a Girona, la ciudad dónde vivimos.

A pesar de que ellos residen en un lugar rodeado de naturaleza, donde todo es hermoso, las mañanas son verdes y el silencio es arrullador durante las noches, aquel viaje no fue muy placentero para nosotros.

Pues precisamente entre tanta tranquilidad y tanta familiaridad poco quedaba tiempo para que tuviéramos intimidad y, en las pocas veces donde nos logramos escapar, el ruido debía ser mínimo porque incluso un chirrido de la cama en la habitación podría ser escuchado en la cocina.  Así son las casas de antaño con las abuelas…

Así que el placer en aquel lugar era nulo y cohibido. No podemos negar que la adrenalina de saber que en cualquier momento podrían descubrirnos nos encendía al máximo, pero aquella llama ardiente no se apagaba correctamente y, como un incendio, se propagaba con el paso de los días.

Pero ahora, de vuelta en nuestro piso de Girona centro, el la plaza 1 de octubre  (antes de la votación por la independencia de Catalunya, llamada plaza de la Constitución) y rodeados de lado y lado por el ruido estruendoso de la ciudad, podemos follar como animales y a nadie le importará el ruido que hagamos. Nadie vendrá a tocarnos nuestra puerta y decirnos que bajemos el volumen. Podemos hacer lo que sea, dando rienda suelta al deseo que durante tantos días ha permanecido dentro de nosotros.

Dejamos las maletas en el piso y sin pensarlo mucho, nos dirigimos a la habitación, donde nos espera algo especial, un kit de bondage que hace algún tiempo compramos en una Sex Shop en Lloret del Mar ,  a 30 km de Girona.

El Sexo en el piso de Girona

Me desnudo y me coloco el antifaz, dispuesta a ser guiada por mi pareja, quien disfruto que tenga el control. Me amarra las manos en la espalda con las esposas y me coloca en una posición comprometedora en la cama. Una posición donde mi culo, redondo y blanco, se encuentra al aire, esperando ser perpetrado, vejado, nalgueado. Con la paleta me azota rudamente, con fuerza y mis gritos no se hacen esperar. Gritos que cualquiera diría que son de dolor pero a mí, me dan placer.

No veo nada, poco puedo moverme y la sensación de estar abandonada solamente a sus deseos me llena por completo de gusto, sintiéndome libre y pudiendo concentrarme únicamente en el placer tan delicioso que estoy sintiendo mientras me azota.

Se detiene e introduce un par de dedos para comprobar que tanto lo estoy disfrutando, y se encuentra con una cueva húmeda, a la espera de ser penetrada. Sabe que lo deseo pero para aumentar el placer, me sigue dando. No me puedo ver, pero sé que mis nalgas, que me escuecen, están enrojecidas por los golpes y sus jadeos (o debo decir gruñidos) me dejan saber que él también lo está disfrutando.

Por sorpresa, entra en mí, hasta el fondo, como un cuchillo atravesando mi piel.  UMMMMMM !!! Me hace sentir que llegará hasta mi garganta. Luego sale y vuelve a apuñalarme con su arma en mi carne más blanda, más vulnerable, más sensible. Me apuñala con fuerzas, tomándome de las manos para atraerme hacia él.

Entre sus gruñidos, mis gemidos y nuestras pieles chocando, el ruido es casi tan estruendoso como una estampida. Pero no importa.  Podemos hacer lo que queramos, podemos follar como animales y disfrutar del placer que nos dan nuestros cuerpos. Es en medio de ese asesinato tan placentero que ambos nos corremos, entre jadeos, durante lo que parecen horas, fundidos en un orgasmo tan puro y tan profundo que nos tumba.

Pero solo durante unos minutos. Porque un incendio de tal magnitud lleva tiempo en ser apagado y nosotros apenas comenzamos.

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